12.2.11

Crónicas que se gestan...

   Todo comenzó un viernes de agosto, cuando llegué del Postítulo con nervios porque sabía lo que me esperaba...mi novio con un test de embarazo (no digo marcas a menos que quiera publicitar en este blog)...
La facultad me pareció más al culo del mundo que de costumbre. El colectivo, un trole añejísimo que disfrutaba de mi impaciencia quedándose a mitad de camino, riendo chispas sonoras y crueles.
Un leve presentimiento de que el humo del cigarrillo que aspiraba no me acompañaría mucho tiempo más. No lo fumé, lo asfixié...
   Subí las escaleras salteándome un escalón aún sintiendo los gemelos arder. Abrí la puerta: "¿lo compraste?" sólo interrogué, sin un Hola previo..."Acá está" contestó Ezequiel mientras degustaba un vino que supongo habrá sabido rico.
   Aunque sólo cuatro pasos me separaban del cuarto de baño, no encuentro sinónimos apropiados para este lugar donde fui a evacuar la duda, los hice en un gran salto...nada más complicado que orinar dentro del recipiente sin salpicarte las manos temblorosas...o sí...colocar dentro la ínfima tirita haciendo equilibrio para que quede derechita...
   Espere cinco minutos reza el instructivo...puf!!Cinco interminables minutos...300 segundos mirando enceguecida cómo aparece una rayita rosa, una y media, dos!! ¿dos? ¿esas son dos rayitas? le grité a Eze que creo estaba encerrado en la cocina con más nervios que quien escribe..."No lo entiendo!!" dije entre risas y lágrimas..."Esperemos un poquito más", atinó a decir el otro implicado en el hecho...¿Más tiempo? pensé yo...¿alguien lo detuvo?, porque para mí no pasa...
   Y al final eran dos claras, precisas, diáfanas líneas rosas que indicaban positivo o usted está embarazada.
   Y fue esa noche cuando el día dejó de ser igual....

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